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domingo, 12 de mayo de 2013

El "temido" oso pardo abre paso a la "oportunidad"

Con el paso del tiempo ha cambiado la realidad del oso en la Cordillera: hace años pervivía su caza y las piezas cobradas se exhibían como trofeos, en un comportamiento que hoy merecería el reproche social de muchos.

Tomado de Terra.es

Imagen: Fundación oso pardo.
El oso pardo ya no es una amenaza ni se ve como una alimaña en la Cordillera Cantábrica, más bien al contrario, despliega una nueva identidad en la que este animal puede suponer una oportunidad económica y convive con el ser humano.

Con el paso del tiempo ha cambiado la realidad del oso en la Cordillera: hace años pervivía su caza y las piezas cobradas se exhibían como trofeos, en un comportamiento que hoy merecería el reproche social de muchos.

Hace dos meses se conocía una anhelada noticia que ha despertado alborozo en las comunidades oseras: la evolución de la población en la Cordillera Cantábrica se ha multiplicado por tres en los últimos veinte años y se acerca ya a los 200. 

Este dato invita al optimismo, sobre todo si se vuelve la vista atrás, a mediados de la década de los años noventa, cuando la especie estuvo al borde de la extinción.

El reto que perdura es la identificación de los corredores por los que los machos migran entre el occidente y el oriente, y la prevención de daños en la apicultura, agricultura y ganadería en los entornos rurales para mejorar la convivencia con el hombre.

Para abordar esa meta, es relevante el papel de entidades como la Fundación Oso Pardo (FOP), que colabora con Gobiernos autonómicos para conservar esta especie, y de la Patrulla Oso, un pilar fundamental en esta organización.

Sus integrantes siguen las huellas de los osos para controlar su evolución a través del rastreo cuando estos animales abandonan las oseras en mayo, pero también en invierno, en un trabajo que desarrollan con agentes del medio natural.

Estas patrullas también se han visto castigadas por la crisis que ha mermado sus efectivos e, incluso, han tenido que estar paradas algunos meses por falta de financiación.

Otra de sus tareas fundamentales es la sensibilización y buscar la aceptación del oso en la comunidad, entre vecinos, ganaderos y apicultores, en gran medida los más perjudicados por este animal, que estropea sus colmenas en busca de unos de sus manjares: la miel.

Las patrullas cooperan con los productores para que acrediten ante la Administración que indemniza los daños que causa el oso, y comparten información con ganaderos y paisanos.

Están formadas por vecinos de los pueblos de las zonas oseras, apasionados de la naturaleza y, por supuesto, de este plantígrado, "un bicho que nunca te deja de sorprender", señalan a Vicente y Elsa, integrantes de la patrulla con la que Efe ha hecho uno de esos rastreos por los montes de Liébana.

Para reclutar a estos observadores la FOP no saca convocatorias públicas, sino que opta por tratar de conocer a la gente y dirigirse a amantes del medio natural. La formación llega más tarde, de la mano de esta Fundación, que así crea empleo en la zona de influencia del oso.

La aceptación social del animal es clave para contribuir a su conservación. En la Patrulla Oso lo tienen claro: "Si no fuera por la aceptación de los cazadores y ganaderos, el oso simplemente no existiría", subrayan sus valedores en Liébana.

El presidente de la FOP, Guillermo Palomero, es un convencido de esta filosofía y apuesta por "divulgar la imagen positiva" del animal como "un elemento para el desarrollo rural".

"Se trata de conseguir lo que ya se ha conseguido en lugares como Somiedo, en Asturias, donde el oso se relaciona con una fuente de riqueza", apunta Vicente, mientras su compañera, Elsa, recalca que los ejemplares pueden "revertir económicamente al bolsillo".

Las administraciones locales coinciden en ver a este animal como una oportunidad, y así lo manifiesta el alcalde de Potes, Javier Gómez, que insiste en una idea si cabe más importante: que el oso cuenta "con el cariño" y "el respeto" de los vecinos.

"Hoy por hoy es impensable que nadie se meta con el oso", dice este alcalde, que destaca además que en Liébana este animal es "un valor añadido", con recursos como la Casa del Oso, donde se ofrecen programas de educación ambiental.

Palomero insiste en que se pueden promocionar actividades turísticas sostenibles y comercializar productos agroalimentarios y artesanales procedentes de las montañas oseras. La idea es favorecer el desarrollo socioeconómico y, para ello, desde la FOP se impulsan proyectos como "Territorio Oso", que cuenta con apoyo del Ministerio de Medio Ambiente.

Son acuerdos con productores, con unos requisitos de calidad, para garantizar que la producción o el servicio que se ofrece se desarrolla con las mejores prácticas ambientales.

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