El Gobierno de Nueva Zelanda se comprometió a cambiar la legislación del país oceánico para prohibir los delfinarios, una noticia que sin duda alegra a la Sociedad Mundial para la Protección Animal (WSPA), al significar un avance más en la prohibición del cautiverio de delfines en el mundo.
Aunque capturar delfines en Nueva Zelanda no es legal, sí es permitido importarlos y mantenerlos en cautiverio cuando el Ministerio de Conservación así lo aprueba, según el Acta de Protección de Mamíferos Marinos (MMPA, por sus siglas en inglés).
En una carta a WSPA, la Ministra de Conservación, Hon Kate Wilkinson, expresó que el Gobierno está a favor de alinear el MMPA con las políticas del Departamento de Conservación, que establecen que: “Las ballenas y delfines no deben mantenerse o criarse en cautiverio en Nueva Zelanda, o exportadas para ser mantenidas en cautiverio, excepto cuando sea esencial para la conservación de la especie”. En su carta, la ministra también dijo que la prohibición para mantener delfines para exponerlos en público también será un aspecto que se considere incluir en la cualquier revisión del Acta que se haga.
Logro importante no sólo para Nueva Zelanda
Según Marcela Vargas, Gerente de Programas de WSPA para México, Centroamérica y el Caribe, este logro es importante no solo para los delfines de Nueva Zelanda, sino para toda la especie y en particular para Latinoamérica y el Caribe. “El número de países que consideran que el cautiverio de animales es una práctica cruel e innecesaria está creciendo. Esperemos que otros países en nuestra región sigan el ejemplo de Nueva Zelanda” –dijo Vargas.
Los delfines son animales que no son adaptables a la vida en cautiverio. La mitad de los delfines en cautiverio mueren a causa del sufrimiento de la captura y el confinamiento del que son víctimas. Enfermedades intestinales, envenenamiento por cloro y otros padecimientos relacionados con el cautiverio son las causas más frecuentes de las muertes.
“Los delfines son animales sumamente inteligentes, los cuales se ha demostrado que sufren de males, no solo físicos sino también psicológicos, cuando son extraídos de su ambiente natural. Son una especie con estructuras sociales muy complejas y con requerimientos de ejercicio sumamente altos que jamás pueden ser satisfechos en los estanques de los delfinarios, por más grandes que estos sean” –añadió Vargas.
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